
Tarón es un joven porquero que sueña con convertirse algún día en caballero y luchar contra el terrible Rey Horned.
Basada en la serie de libros “Las Crónicas de Prydain”, la película nos narra una aventura épico-fantástica cercana al Universo de Tolkien (no en vano el autor de las novelas, Lloyd Alexander, se inspiró en ellas). Como en la magna obra tolkiana aquí tenemos una profecía como es la de que aquel que posea el caldero negro se convertirá en un ser poderosos y temido, como también tenemos a un joven campesino que trabaja como porquero y sueña con convertirse en un héroe, y un objeto que debe custodiar el joven y que lo meterá en la grana ventura de su vida, solo que en lugar de ser un objeto como un anillo (o una brújula dorada) es un animal, una puerca, capaz de visualizar el futuro y que puede decir la ubicación del oscuro caldero.
“Tarón y el caldero mágico” no es en absoluto como la mayoría de films animados Disney, sino que esta más cercano a la aventura fantástica, a las películas de espada y brujería. Aquí tenemos una historia oscura ambientada en bosques negros, mazmorras, habitadas por personajes fantásticos como gnomos, brujas y dragones, que bien podrían haber dado para una película de acción real como “Willow” o “Laberinto”.
Como en la adaptación animada de Bashki sobre la obra tolkiana, vemos en “Tarón” una animación más adulta que de costumbre, incluso mezclando fondos reales como los del cielo. Además posee tramos verdaderamente siniestros, como son los protagonizados por el Rey Horned, en especial cuando este hace renacer a los muertos. El diseño del malvado Rey es de los mejor de la cinta, cercano a una calavera viviente, con un siniestro manto envolviéndole, haría las delicias de todo buen aficionado al fantástico. El señor del mal siempre está rodeado por sus brutos guerreros cercanos a Conan y su sirviente goblin.
Como buen film de aventuras el ritmo consigue arrancar una vez Tarón ha perdido a la puerca y debe adentrarse en su busca. En su odisea sabrá de verdad lo que es un héroe enfrentándose a todo tipo de peligros y conocerá a la bella princesa Helena y al juglar Fausto Flama, además de tropezarse con la extraña criatura Dallben, un ladronzuelo que al principio le cae como un incordio para finalmente convertirse en su mejor amigo. Hay una referencia a la obra Macbeth, o más bien un homenaje, en las tres brujas a las que les gusta el trueque.
La película dio muchas vueltas por los estudios Disney hasta convertirse en realidad, sin embargo el resultado no fue del todo esperado. De los 25 millones de dólares que costó no recuperó la inversión y casi significó el cierre de la compañía. A pesar de eso es un título a reivindicar por su arriesgada apuesta dentro de la Major, además de por lo atípica que resulta ya que no contiene canciones ni momentos musicales, ni siquiera la historia de amor entre Helena y Tarón resulta empalagosa, es más ella nos cae algo repelente de lo cursi que es, y es un film animado rodado en 70 mm, algo que no se hacía desde “La Bella Durmiente”.
Cabe mencionar que John Huston prestó su voz como narrador así como John Hurt al Rey Horned y que la banda sonora corrió a cargo del gran Elmer Bernstein.